La ilustración en el libro no es tan sólo un elemento decorativo. Las ilustraciones acompañan al texto y le sirven de complemento, aportan detalles y transmiten el mensaje de manera visual; a veces, como en el caso de las ilustraciones de portada, tratan de sintetizar el contenido del libro y en muchas ocasiones son además, el reflejo de la sociedad en la que se publica libro.

A lo largo de la historia la ilustración ha estado siempre presente aunque con distinto protagonismo.

Ilustración en los primeros libros impresos

En la etapa de los primeros libros impresos, con la aparición de la tipografía y el uso de nuevos procedimientos y nuevas técnicas como la xilografía para plasmar las ilustraciones, se fue reemplazando poco a poco el trabajo artesanal haciéndose cada vez menos necesaria la labor del iluminador.

Durante el siglo XIV se hicieron populares obras con ilustraciones de escaso valor artístico, en las que el texto era casi inexistente. Sin embargo a finales del siglo XV y principios del XVI la calidad de los grabados cobró importancia y a la ilustración del libro se dedicaron artistas tan destacados como Holbein, Lucas Cranach y, sobre todo, Durero, que trabajó la xilografía y el grabado en hueco.

Durante ese tiempo se hicieron famosos algunos libros por la calidad de sus grabados, como la «Crónica Universal«, impresa en Nuremberg por Anton Koberger o la «Hyperotomachia Poliphili» de Aldo Manuzio y destacaron varios centros de ilustración xilográfica en ciudades como Estrasburgo, Frankfut, Venecia o Milán.

Con el tiempo la xilografía fue perdiendo terreno frente a la calcografía que se prestaba más a la reproducción fidedigna de las obras científicas y tratados de viajes que comenzaban a tener mayor interés.

  • Pieter Paul Rubens, ilustrador
Rubens ilustración

Portada obras completas «Justo Lipsio». Rubens

Durante el siglo XVII casi todos los pintores perdieron el interés por la ilustración del libro a excepción de Rubens, quien trabajo para los talleres de los Plantin de Amberes.

Rubens dibujó además de un gran número de portadas alegóricas, la marca de impresor de la casa y varios libros de carácter emblemático y festivo.

«Las portadas de los libros del Siglo de Oro transmiten un mensaje que debe ser leído considerando los códigos en que fueron ideadas. A menudo sus diseñadores se inspiran en los arcos del triunfo romanos, que servían para los actos solemnes de entrada de los generales victoriosos, en un deliberado intento de ensalzar a personajes poderosos«.(1)

Rubens colaboró con el taller Plantin-Moretus, diseñando este tipo de portadas, en las que se reflejaba la entrada de personajes relevantes en los Países Bajos. Sus primeras portadas con este tipo de decoración datan de 1613, para el «Opticorum Libri Xex de Aguilón», y para las obras completas de «Justo Lipsio» de 1637, grabada por Cornelis Galle.

A partir del siglo XVIII reaparecen viejas técnicas, se implantan otras nuevas y el interés general por la ilustración, casi desaparecido durante el siglo anterior, vuelve a resurgir con mayor fuerza.


Fuente:

López de Prado, Rosario. La ilustración del libro (2000). (Consultado en http://web.archive.org)

(1) López Poza, S. (2006). Los libros de emblemas y la imprenta. (Consultado en: http://hdl.handle.net/10612/582)




Esta entrada es la respuesta a la pregunta semanal del Test mínimo: ¿Qué pintor colaboró con los talleres de los Plantin de Amberes, realizando la ilustración de las portadas de los libros? –> Consulta las respuestas.